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La servilleta con el microrrelato ganador

Queridos amigos, espero que sepáis perdonarme la ausencia de estos días, pero como dicen en las escuelas de negocio: business is business. ‘¿Y de qué business se trata?’, preguntó la alondra y os cuestionaréis vosotros. De conseguir patrocinadores para mi concurso de microrrelatos. Sí, amigos, acabo de firmar una colaboración con una prestigiosa y nueva revista digital. ‘¿Cómo puede ser prestigiosa si es nueva?’, preguntó la alondra y os cuestionaréis algunos. ¡Quizás cuando os comente que este acuerdo traerá consigo regalos para los mejores cuentos os dejará de preocupar esa ambigüedad! Por cierto, para no tener que repetirme en cada una de las respuestas, antes de que me preguntéis lo mismo os digo lo mismo que le respondí a la alondra: ‘No, no es la revista Cartier’.

De cualquier modo, el protagonista de esta entrada no soy yo, sino el autor del mejor microrrelato con servilleta (ha sido una dura competición, ¡había grandes piezas!). Muy pronto desvelaré la nueva musa que habrá de inspiraros hacia la fama etérea y el regalo material.

Autora: Fercha
Siguió dejando que la línea de tinta saliera del bolígrafo, errática, continua, confusa; guiando su mano para acabar con la solitaria blancura de la servilleta. Cuando los dibujos se cansaron de surgir, se dispuso a asumir que ella lo había abandonado en esa tabla de madera: un naufrago hundiéndose en el bullicio de las otras mesas del bar. Los garabatos lo cubrían todo: el “lo siento” y el “te quiero” de fondo; las cursis flores que, en los minutos de la espera, llenaron su lienzo; los rayajos deslavazados que llovieron sobre sus buenas intenciones cuando el tiempo le dijo que ella no iría a la cita.
Dobló la servilleta, la escondió en el bolsillo de la camisa y se marchó.
Estaba preparado para el dolor, para la tristeza, pero no esperaba tener que enfrentarse, días después, a una lavadora de ropa manchada de negro desolación, destilando desde el bolsillo de su camisa.

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Un microrrelato cabe en una servilleta, y viceversa

Amigos, estoy encantado con mi nueva faceta de artista atormentado. Los verbos ‘sentir’, ‘expresar’ y ‘hacer clic con el ratón’ golpean mis sienes mientras me dejo llevar, extasiado, a los mandos del Paint. ¡Ojalá pudiérais verme! Soy una mezcla perfecta entre la energía de Pollock, la sutileza de Hopper y la tenacidad de la alondra jugando al buscaminas.

Sin embargo, no he olvidado mis obligaciones. Hoy toca descubrir una nueva palabra para el concurso de microrrelatos, y aquí la tenéis: servilleta.

Os recuerdo las normas: la palabra debe aparecer en el cuento, este no ha de superar los mil caracteres. Podéis entregar vuestros textos en los comentarios de esta entrada. El plazo límite es el 30 de septiembre a las 23h. ¡Suerte a todos!

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