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PREMIOS MONÓCULO DE ORO, SEGUNDA EDICIÓN

Amigos, ya está en marcha la II edición de los premios Monóculo de Oro en la revista UNFOLLOW. Podéis conocer la palabra clave y participar pinchando directamente sobre mi foto. Allí están las normas y los microrrelatos participantes. El plazo termina el 2 de febrero, así que aún estáis a tiempo.

II edición premios monóculo de Oro

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La servilleta con el microrrelato ganador

Queridos amigos, espero que sepáis perdonarme la ausencia de estos días, pero como dicen en las escuelas de negocio: business is business. ‘¿Y de qué business se trata?’, preguntó la alondra y os cuestionaréis vosotros. De conseguir patrocinadores para mi concurso de microrrelatos. Sí, amigos, acabo de firmar una colaboración con una prestigiosa y nueva revista digital. ‘¿Cómo puede ser prestigiosa si es nueva?’, preguntó la alondra y os cuestionaréis algunos. ¡Quizás cuando os comente que este acuerdo traerá consigo regalos para los mejores cuentos os dejará de preocupar esa ambigüedad! Por cierto, para no tener que repetirme en cada una de las respuestas, antes de que me preguntéis lo mismo os digo lo mismo que le respondí a la alondra: ‘No, no es la revista Cartier’.

De cualquier modo, el protagonista de esta entrada no soy yo, sino el autor del mejor microrrelato con servilleta (ha sido una dura competición, ¡había grandes piezas!). Muy pronto desvelaré la nueva musa que habrá de inspiraros hacia la fama etérea y el regalo material.

Autora: Fercha
Siguió dejando que la línea de tinta saliera del bolígrafo, errática, continua, confusa; guiando su mano para acabar con la solitaria blancura de la servilleta. Cuando los dibujos se cansaron de surgir, se dispuso a asumir que ella lo había abandonado en esa tabla de madera: un naufrago hundiéndose en el bullicio de las otras mesas del bar. Los garabatos lo cubrían todo: el “lo siento” y el “te quiero” de fondo; las cursis flores que, en los minutos de la espera, llenaron su lienzo; los rayajos deslavazados que llovieron sobre sus buenas intenciones cuando el tiempo le dijo que ella no iría a la cita.
Dobló la servilleta, la escondió en el bolsillo de la camisa y se marchó.
Estaba preparado para el dolor, para la tristeza, pero no esperaba tener que enfrentarse, días después, a una lavadora de ropa manchada de negro desolación, destilando desde el bolsillo de su camisa.

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Todo listo para recibir a la alondra

La alondra llega hoy y he decidido organizar un pequeño tentempié para recibirla.

Después de pedirle a los jardineros que redactaran una pancarta cariñosa y encontrarme con un cartón manchado de estiercol que rezaba «Qué bueno que viniste», he decidido hacer las cosas por mí mismo. Yo seré muy exigente, ¡pero la alondra es una rencorosa! Es mejor para todos que nada falle. Me he pasado toda la mañana partiendo palitos de pepino y zanahoria con los que he formado un sol de rayos naranjas y verdes cuyo centro es un cuenco de hummus. ¡Todo sea por contentar al ave y su hipocalórico gusto!

Al lado del aperitivo, he colocado el juego de té de la Familia Real que le compré en Londres. El azucarero tiene el rostro de Lady Di, algo que agradará a la alondra, quien solo toma sacarina y siempre ha odiado a la princesa plebeya (¡incluso después de muerta!). Dentro de las tazas, he enrollado los poemas que he plagiado de mis amigos Nagore y Roilenos, que compusieron sendas poesías con mis -¿por qué no reconocerlo?- brillantes indicaciones.

Querida amiga:
En tu ausencia temo
Que me ciegue el veneno.
Que me duerma el alcohol.
Pues a la luz de la luna
La claridad se esfuma
Se pierde y me asalta
la amenaza latente,
soberbia intención,
De buscarte sin tregua
Hasta perder la razón.
Pajarillo, recuerda la pipa pelada
Y la dulce mirada de amor.

Autor: Roilenos

Alondra querida
se que en mi ausencia
has estado abatida,
más mi fiel amiga
a volver
el deber me obliga.
Tus amenazas me recordaron
que te comprase unas tazas
junto con un bol
lleno de alcohol.
El año que viene en Serbia
con nuestra soberbia
disfrutaremos de la tranquilidad
mientras el servicio nos dice con serenidad:
¡Comed y bailad!
Después la intención
es ir a Japón
y comer un buen jamón,
mientras a la luz de la luna
una llama nos acuna
y comemos pipas peladas
con risas malvadas.

Autora: Nagore

¡Creo que no falta nada para recibir a la alondra!

Por cierto, todavía estáis a tiempo de participar en el concurso de microrrelatos. Se trata de escribir un cuento con la palabra ‘portazo’ que no supere los 1.000 caracteres. No hay más premio que el reconocimiento, alimento del ego. ¡Dejad vuestros textos aquí!

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Inauguración con un portazo

¡Buenos días, amigos! He vuelto a mi humilde mansión, una brisa fresca se cuela por las ventanas y empiezo a fantasear con la idea de ponerme un jersey azul marino de cuello vuelto. ¡Adoro septiembre!

No quisiera pecar de soberbio, pero he de reconocer la emoción que he sentido al comprobar cuánto me había echado de menos el servicio. Algunos de los jardineros se han turnado durante mis vacaciones para dormir en mi habitación, probablemente empujados por su necesidad de sentirme cerca y recordar, aunque mitigado, el suave aroma que desprendo (mi secreto: suavizante de almendra).

¡También en las cocinas me han guardado una suerte de luto! Todos han reconocido haber sido incapaces de preparar mis platos favoritos en mi larga ausencia: no ha habido pularda trufada, secreto ibérico ni sorbete de cava . Los pobres se han pasado todo el verano pidiendo comida a domicilio, arrastrados por una fidelidad que parece sacada de otro siglo.  ¿Qué más da si han cargado todas las facturas a la casa? La lealtad no entiende de ceros.

Esta semana la alondra regresa de sus vacaciones. Yo aprovecharé estos días para visitar al sastre y ponerme al día con mis obligaciones. Una de ellas, este blog, para el que tengo preparadas jugosas sorpresas que desvelaré en unas semanas. ¡Y ahora, con sumo orgullo y renovada alegría, inauguro la segunda temporada de microrrelatos!

La palabra que debéis incluir en el primer cuento de la temporada es: portazo.

La longitud máxima son 1.000 caracteres y la fecha límite para enviarlo es el domingo 16 de septiembre a las 23h. Dejad vuestros microrrelatos en los comentarios de esta entrada. ¡Suerte a todos!

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Microrrelatos con microondas

Amigos, estoy ocupadísimo ultimando detalles de mi fiesta. Ayer os conté cómo fue el ensayo general, ahora solo falta construir las esculturas de fruta y hacer la prueba de vestuario. Había pensado encargar una escultura mía de hielo a tamaño real, pero la alondra amenazó con no venir a la fiesta si seguía adelante con esa «bochornosa idea». Mi única intención era que la escultura helada reflejase la naturaleza fresca y efímera de una buena fiesta, pero ella -¡malpensada sin escrúpulos!- lo ha interpretado como un acto de egolatría sin límites.

Os informo de que tengo una nueva palabra para los microrrelatos de esta semana. No la leeréis en las historias de Proust, Flaubert ni Quevedo, pero eso no le resta belleza ni potencial. Se trata de: microondas.

La longitud máxima será de 1.000 caracteres y la fecha límite para enviarlo es el domingo 17 de junio a las 23h. Dejad vuestros microrrelatos en los comentarios de esta entrada. ¡Buena suerte a todos!

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Menú de fiesta y un gato en mi galería

La alondra y yo hemos preparado el siguiente menú para mi, cada vez más próxima, fiesta. En realidad, yo he escogido lo que se me ha antojado y la de las plumas ha hecho de juez, por lo que algunos platos llevan su aprobación y otros solo su desdén. AA significa: «Alondra Approved».

– Canapés de langostino y de secreto ibérico.
– Brochetas de tomate cherry con mozzarella (palos dorados, nada de madera barata que pueda astillarse en la lengua de mis invitados).
– Cucharitas de caviar.
– Sorbete de mandarina (con pajita)
– Pipas peladas en boles dorados (AA).
– Selección de Riberas del Duero (AA)
– Tónica, Cherry Coke y Bitter Kas (técnica encubierta para que todo el mundo beba vino)
– Lenguas de gato de chocolate blanco (AA).
– Champaña para parar un tren (AA).

¿Qué os parece? La alondra insistía en poner gazpacho, pero no tengo ninguna intención de que mi fiesta apeste a ajo, así que lo he descartado. El que quiera sopa fría que pida vino tinto. Esto es una fiesta elegante, ¡no un picnic para domingueros!

Antes de seguir, os recuerdo que la palabra para los cuentos de esta semana es charco. Y ahora, el esperado momento de gloria y reconocimiento enmarcado con devoción y mimo. Os presento al autor de mi microrrelato con toalla favorito de la semana pasada. Sus palabras dibujan la silueta de la peor manera de estar en el mundo: ¡la muerte en vida!

Autor: Xavi Puig

Se metió en el ascensor con la intención de darle al botón que le pidiera el cuerpo. Cualquier piso menos el suyo, esta vez iría a la aventura. Intuía que los descansillos se parecían entre sí, que eran todos del mismo color salmón. Pero, ¿y si eran muy distintos? ¿Y si en otros pisos había litografías de Miró, plantas o hasta un corcho para colgar avisos? Cerró los ojos y pulsó el botón del sexto. Se le encogió el estómago cuando el elevador siguió subiendo por encima del cuarto. Flirteó incluso con la imagen de la cabina estrellándose contra la azotea, atravesando el edificio como una bala, dibujando una trayectoria errática en el cielo. Pero paró en el sexto, como estaba previsto. Entonces él abrió la puerta hacia lo desconocido, hallando solo oscuridad. Nervioso como estaba, no encontró el interruptor de la luz, y eso que lo buscó con la mano, arrimado a la pared como un gato asustado. Oyó un golpe lejano que le sobresaltó y, tembloroso, reculó hacia el ascensor sin mirar atrás. Le dio al botón del cuarto y regresó a su casa, al refugio. Tranquilo, no ha pasado nada. Nunca se arrepintió de haber tirado la toalla. Su vida estaba bien así. Y finalmente murió un lunes, como estaba previsto.

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